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   Los
  instrumentos de viento, aunque quizás se piense que no tienen la posibilidad
  de producir tantos efectos sonoros diferentes como en el caso de los
  instrumentos de cuerda, en realidad también pueden producir varios de ellos. Uno de
  los más característicos en los instrumentos de viento-madera es el denominado
  glissando. Consiste en unir dos sonidos mediante un sonido continuo, es
  decir, no interpretando una a una todas las notas del intervalo, sino que el
  efecto sea un único sonido continuo que asciende desde el comienzo al final.
  Normalmente se ejecuta en sentido ascendente, pues resulta así más expresivo. Los
  instrumentos más adecuados para producir los glissandi son los de lengüeta simple,
  o sea, clarinetes y saxofones. En flautas resulta casi imposible, y en los
  instrumentos de lengüeta doble es posible hacerlo, pero su dificultad es
  grande. Este
  efecto ha sido desarrollado sobre todo en la música de jazz, de tal manera
  que su técnica se ha trasplantado a la música culta. Pero son escasas las
  ocasiones en las que se puede encontrar su empleo, pues normalmente son
  muchos los intérpretes reacios a emplear este efecto, por considerarlo no
  demasiado apto con los repertorios habituales de música sinfónica o de
  cámara. Todo lo contrario ocurre con la música de jazz, donde su empleo es
  habitual y característico de este estilo.  |